Contra la nueva educación

"Contra la nueva educación" por Alberto Royo

Alberto Royo, profesor de música en secundaria, analiza en su libro los diferentes dogmas pedagógicos que desde hace años se han ido instalando en nuestro entorno educativo y no esconde su pesar por el desconocimiento que muestran de la realidad educativa. Con un lenguaje directo se muestra firme defensor de lo que considera imprescindible en la labor educativa: perseverancia, esfuerzo, rigor.... Describe la realidad del aula de secundaria para advertir a los numerosos expertos del peligro de querer transformar la educación con herramientas de otras disciplinas; se muestra molesto por la proliferación de profesionales que abiertamente vierten sus opiniones con el fin de mejorar la educación, en ocasiones centrado la culpa en el profesor.  

A lo largo de sus ocho capítulos, el autor se centra en algunos pedagogos y expertos educativos con cuyas teorías o puntos de vista discrepa - "chamanes de la educación" los llega a llamar. No desprecia la innovación ni la creatividad, pero entiende que lo importante siguen siendo los contenidos, la exigencia académica frente a la emocional. Defiende la enseñanza frente a la educación, y alerta del tufo ideológico en que se ha convertido el desfile de leyes educativas. Libera al profesor de exigencias más cercanas al mundo empresarial, y le exige a cambio "conocimientos, profesionalidad y compromiso".

Lectura sobre la educación en España con un estilo directo y salpicado de referencias artísticas en la que se defiende la enseñanza basada en el conocimiento, como reza la portada.

Comparto con Alberto la impotencia de ver cómo numerosos expertos y nuevos pedagogos se permiten teorizar sobre la labor en las aulas, muchas veces sin haber ejercido el oficio de profesor. Los currículos aparecen con frecuencia matizados con las últimas novedades surgidas del mundo de la empresa o de cumbres internacionales para que el obediente profesor las ejecute, confiando en que la simple filtración de las ideas será suficiente para poner en marcha el mecanismo. Comparto con el autor la necesidad de diseñar un sistema mucho más eficaz de formación del profesorado que prepare al docente y sea aprovechado por los alumnos; la necesidad de huir de ideologías de partido aplicadas a la escuela, y de dignificar la profesión de profesor. Ahora bien, aunque el autor intenta ser equilibrado y no parecer que rechaza por sistema todo lo que lleve la etiqueta de nuevo en educación, creo que acaba distanciándose de enfoques, principios o técnicas tan solo por provenir de determinados autores.